jueves, 21 de noviembre de 2013

Amor

Cuenta la leyenda que "Toro Bravo" el valiente y joven guerrero y "Nube Blanca, la famosa hija del cacique, visitaron juntos y tomados de la mano la tienda del viejo brujo de la tribu.
"Nos amamos y nos vamos a casar", dijeron ambos enamorados, "pero nos queremos tanto que tenemos miedo y queremos algún hechizo, algún conjuro, algo que nos garantice que estaremos siempre juntos".
El viejo los miró, se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados y esperanzados en su palabra.
-Hay algo, pero es una tarea difícil y sacrificada...
-No importa- dijeron los dos juntos.
-Nube Blanca, ¿ves aquel monte?Deberás escalarlo y llevar contigo una red pues deberás cazar un halcón y traerlo aquí con vida. Y tú, Toro Bravo, deberás escalar la montaña del trueno, y con tus manos atrapar un águila y sin heridas traerla ante mí, el mismo dia en que vendrá Nube Blanca.
Los dos jóvenes se miraron con ternura y salieron a cumplir su misión. El día establecido, y frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaron con las aves encomendadas. El brujo enconces les pidió que con cuidado las sostuvieran.
-¿Ahora las mataremos y beberemos su sangre o cocinaremos y comeremos el valor de su carne?
-No, átenlas entre sí, con esta tira de cuero, y cuando estén anudadas, suéltenlas así, para que prueben ser libres.
Los enamorados cumplieron con lo solicitado, pero observaron que es águila y el halcón, estando atados, sólo consiguieron revolcarse en el piso... e irritados por la incapacidad de volar, comenzaron a los picotazos, hasta lastimarse. El brujo dijo:
-Este es el conjuro: si ustedes se atan el uno al otro, aún por amor, vivirán arrastrándose, y tarde o temprano se lastimarán uno al otro. Vuelen juntos, ¡pero jamás atados!

martes, 19 de noviembre de 2013

Furia / tristeza

Había una vez, una laguna de agua transparente y cristalina a la que se acercaron para bañarse, en mutua compañía,  la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas, las dejaron en la orilla y entraron en el agua para disfrutar del baño.
No pasó mucho tiempo y de pronto la furia, atolondrada como siempre, con prisa y urgida, sin saber por qué salió  rapidamente del agua. Como la furia es medio ciega y no distingue claramente la realidad, así desnuda y apurada, se puso al salir la primera ropa que encontró. Y ocurrió que esa no era su ropa sino la de la tristeza.
Vestida de tristeza siguió su camino.
En aquel hermoso lugar de la laguna calma y serena, dispuesta a quedarse dónde estaba, la tristeza terminó tranquilamente su baño y despacio, sin conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente salió de ese bonito paraje.
En la orilla encontró que su ropa ya no estaba y como a la tristeza no le gusta quedar desnuda, se puso la única ropa que había: la ropa de la furia.
Cuenta la leyenda que, desde entonces, muchas veces cuando nos encontramos con la furia, ciega, cruel y enfadada, si la miramos bien vemos que es solo su disfraz...
Detrás del disfraz de la furia esta escondida la tristeza.