Casí para todos, la fecha de cumpleaños que se acerca moviliza lo que se hizo en pequeña escala durante el año. El coletazo final. Los últimos cartuchos se usan para hacer un balance: debe y haber, que obtuve que falta, que logré y que fallé, ¿en dónde estoy parado? Creo que para mí en todo caso se resume en una palabra: aceptar. Aceptar lo que soy...
Ahhh! es qué es tan diferente cuando uno lo ve "perfecto" en la mente!. Aparece ese afán metódico de querer mejorar algo, es como la dosis adicional, ese acabado con dorado que nos gustaría pincelar en nosotros... la pátina final. ¿En qué momento uno deja de trabajar, de hacer? Respondiendo con sinceridad... nunca, porque incluso cuando tocamos fondo... estamos pensando que...¡¡¡ podríamos hacer algo!!!! Uno tiene que llegar pero a fondo, casi destruidos de poner energía en fallidos mecanismos de salida. Cuando el hastío es mucho y nos rendimos desde el corazón, entramos en contacto con aquello que siempre evitamos hacer: NADA, sentir inquietud en la quietud y sólo sentir y aceptar eso. ¿Es el primer paso hacia la felicidad?, sí, aunque no lo crean, es el primer paso que me lleva a admitir que no soy el que escribe el guión. Basta de buscar afuera, busquemos adentro.
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