Ponernos en contacto con nuestra esencia más íntima puede ser difícil.
Nuestra mente llega a ser un remolino de ideas. Meditar, hacer silencio... en estos tiempos... ¿cómo hacer?
Queremos y deseamos concretar muchas cosas, pero no nos damos el tiempo necesario para escucharnos, para que desde el "no hacer" emerjan luego nuevas ideas.
Llegar a conectarnos con nuestra esencia que no teme, es libre, es inmune a la crítica, no es inferior ni superior a nadie significa priorizar nuestro tiempo por lo "urgente", priorizar nuestro silencio por "fusionarnos con un otro". Para que salgan a la luz cosas diferentes hay que pasar por el proceso de aquietamiento casi embrionario, escucharse y luego pasar a compartir con el otro lo que deba suceder. Este paso es un desafío con consecuencias mágicas. Dedicar 30 minutos, 15 a "ser" para luego "hacer" es una fórmula nutritiva para el alma.
hermoso texto.
ResponderEliminartan simple como útil y maravilloso
:)
abrazo de luzzz
Un abrazo para vos!
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